Ittireddu, el pueblo del volcán, se encuentra en Meilogu, sub-región de Logudoro. Se sitúa en la Cerdeña centro-septentrional, a poca distancia de Ozieri,con una población de unas 600 personas.
Sus orígenes son antiquísimos, se remontan a la prehistoria y hay numerosos restos que dejaron allí nuestros antepasados.
Hay varias vías de acceso al pueblo, pero desde todas ellas se palpa la belleza del paisaje del entorno inmediato. El monte Zuighe domina el pueblo. Aparece bien definido y, al mirarlo, se reconocen claramente pequeñas rocas extendidas por todo él y chumberas que captan la atención de la mirada, obligando al paseante a parar para admirar una belleza espontánea y armoniosa.



Imponente, se encuentra la Necropolis di Partulesi, justo al salir del pueblo y se puede ir fácilmente a pie. Se trata de una gran masa de toba volcánica, rica en musgos de un color naranja intenso. Hospeda más de una treintena de domus de janas que parece que pertenecen al Neolitico final, asimilable a la Cultura de Ozieri. Muy cerca de los domus está el Pont’Ezzu, un puente romano de dos arcos. Ittireddu, de hecho, ha sido siempre un pasaje obligado durante el recorrido entre las antiguas Cagliari y Olbia.
Las casas del pueblo son antiguas y estrechas. Están construidas con piedra lávica la cual aporta esos matices tan especiales. Algunos despiden un gran encanto por la maestría con la que el tiempo ha alterado sus características. Al pasear por sus calles, especialmente en ciertos momentos del día, parece un pueblo encantado, inmerso en una profunda quietud. El centro está repleto de rincones y detalles delicados, muy cuidados y llenos de flores y plantas. Allí se esconde la antigua iglesia bizantina de Santa Croce.
El museo arqueológico ha sido reformado recientemente y he tenido la suerte de visitarlo acompañada de niños encantadores que nos han ilustrado en las distintas secciones durante el evento “Ittireddu, un paese tra cultura, sport e solidarietà” (Ittireddu, un pueblo entre cultura, deporte y solidaridad»). El museo se presenta, en una sucesión de salas, moderno y capaz de explicar el territorio de manera sencilla y clara. Se da mucha importancia a las imágenes y, al visitarlo, se percibe el afecto y el apego de la población a sus raíces y las ganas de caminar con paso tranquilo pero firme, en este mundo siempre con prisa.
Entre todas sus particularidades, en mi opinión, lo que hace a Ittireddu único y especial es la presencia de su volcán apagado. Inmediatamente al salir del pueblo, esta pequeña maravilla de la naturaleza reposa desde hace siglos. Concentra colores intensos que le dan una belleza que no tiene palabras. Domina el negro intenso, intercalado con rojos oscuros, casi marrones. De su vegetación escasa y difusa, de un amarillo maliciento, emana una preciosa sensación de suave delicadeza. En algunas ocasiones importantes, el volcán se ha convertido escenario de conciertos y representaciones teatrales.

Por ejemplo, el sábado pasado, disfruté de un espectáculo de la compañía Theatre en Vol que llevó a escena una obra ligada a la vida de Gavino Cherchi. El protagonista era un hombre natural de Ittireddu, “libre pensador, profesor, partisano, combatiente». Emigró a la Península, donde fue asesinado y cuyo cuerpo, perdido, nunca se encontró. Además de la potencia simbólica y humana de la historia, la idea de que fuese en el interior de un volcán, con fantásticos juegos de luces y sonido, hizo de la experiencia algo magnífico y me hizo consciente de este paisano, inmerso en el silencio, con inmensas ganas de MÚSICA….
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