Hay lugares que, con solo oir su nombre, son capaces de evocar grandes historias. Orgosolo es, en Cerdeña, uno de ellos.
El pueblo, asentado en el Supramonte, es un laberinto de calles estrechas con pequeñas casas antiguas que cuentan con unas características escaleras exteriores, que sobreviven orgullosas en medio de las nuevas construcciones. Estas serían anónimas si, a partir del final de los años 60 del siglo XIX, no se hubiesen convertido en el “lienzo” de tantos artistas han dejado grabada aquí una preciosa parte de sí mismos.
Los murales que han hecho célebre a Orgosolo cuentan la historia de nuestro tiempo, con alguna alusión al pasado más lejano. La cuentan desde el punto de vista de la gente, con una afilada ironía que golpea a los poderosos, protesta en contra de las injusticias, narra los auspicios del pasado. Los murales de Orgosolo son murales políticos, en el sentido más noble del término. Muestran los problemas de las personas, de las luchas por la liberación del pueblo, del “tema público”.



El primer mural, que ahora existe gracias a una reciente reproducción, fue pintado en 1969 por el “grupo Dioniso” de Milán, un grupo anárquico que en los años de la “Revuelta de Pratobello”, atraído por el movimiento popular que se oponía al estado, dejó aquí una señal de su paso. Sin embargo, Francesco Del Casino podría ser considerado el promotor más tenaz del muralismo en Orgosolo, siendo el que ha dejado la huella más incisiva de los últimos años. El artista de Siena llegó al pueblo como profesor de secundaria, y, que junto a los niños, decidió crear una obra de arte para honrar la Resistencia al nazismo y fascismo. Quizá en otro lugar, o en otro periodo histórico, esta iniciativa hubiese quedado como un episodio aislado. Pero Orgosolo era el pueblo correcto, con la justa predisposición de ánimo para acoger el arte de este forastero que, año tras año, ha continuado enriqueciendo la ciudad con sus obras. Siguiendo su estela, muchos artistas, provenientes de todo el mundo, han pintado en las fachadas del centro histórico, regalando esa atmósfera única e inconfundible que difícilmente se puede percibr en otro lugar.

Pasear por aquí la primera vez, hace que te sientas dentro de un libro de historia contado por imágenes. Pero podría ser incluso algo más. A pesar de ello, los mismos habitantes de Orgosolo quizá estén inconscientes de ello, pues cuando se vive dentro de una obra de arte, te habituas un poco, y se termina por no percibir más la belleza. Una belleza inusual, diferente de aquella de los centros históricos de los pueblos que han sabido mantenerse intactos a lo largo de los siglos. Es una belleza que deriva de la mirada que las personas, de un pequeño pueblo pueblo del centro de Cerdeña, han plasmado los eventos de una historia de la que pretenden vivir como los protagonistas. La belleza de una comunidad viva, que ha tenido la suerte de tener un artista como Del Casino entre sus habitantes de adopción. Aunque también aparece la duda de que quizá haya sido él el que ha tenido la fortuna de encontrarse a Orgosolo, una comunidad generosa y acogedora, dispuesta a imaginar el color sobre el muro de cemento gris.
Traduccion: Elena Canorea
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