Cerdeña es una isla repleta de pueblos, la mayoría de ellos muy pequeños. La gran parte de ellos existen desde el inicio de los tiempos, y se configuran como guardianes de tradiciones y cultura con una gran personalidad. Hasta hace pocas décadas los sardos solían vestir trajes preciosos y muy particulares, distintos en cada pueblo. Por cada población había diferencia entre el traje femenino cotidiano, el traje de la esposa y aquél que debía vestir la viuda. Aunque en algunos pueblos todavía es posible tener la suerte de encontrar mujeres y hombres que llevan los trajes tradicionales, esta costumbre poco a poco va desapareciendo, dejando espacio a ropa más cómoda y práctica. Cada año, el tercer domingo de mayo es un día especial para Sassari, segunda ciudad de Cerdeña por importancia y dimensiones.
La Cabalgata Sarda de Sassari
Miles de mujeres, hombres y niños, caballos, jinetes y amazonas se extienden por las calles centrales y desfilan luciendo los trajes tradicionales de sus pueblos de origen. Ésta es la Cabalgata Sarda, demostración nacida en 1899 en honor a los reyes de Saboya, reunidos en la isla para la inauguración de la estatua dedicada a Víctor Manuel que, todavía hoy, se encuentra en el centro de la bella piazza d’Italia en Sassari.
Desde entonces, cada año, se renueva lo que se puede considerar un verdadera confluencia de la comunidad y de las gentes de Cerdeña que muestran «cómo éramos» en un frenesí de colores, bordados, tejidos, joyas, miradas y sonrisas. No existe foto o vídeo que pueda describir el verdadero resplandor de esta fiesta. Cada mirada, cada comportamiento, cada paso, cada traje lleva consigo la historia de su origen, del pueblo, de la gente que lo ha llevado anteriormente. Se respira en una atmósfera de saber hacer y arte. Supone el resumen de los pueblos y las gentes que se han encontrado, conocido, conquistado, impregnado… Y por eso se percibe el sabor de las reinas de África, un retrogusto de España y de aquel beso de cultura y encuentro que hubo en el mar Mediterráneo.
Asistir al desfile significa ser inundado y rodeado por un río de belleza. Un pueblo de apasionados, curiosos, turistas se arremolinan sobre las vallas que delimitan el camino. Todos admiran el caminar lento de la que ha sido una Cerdeña riquísima y muy variada, intensamente mediterránea. Una Cerdeña de reinas, en el sentido amplio del término…

Por otro lado están también las emociones… Yo, por ejemplo, siempre he soñado con desfilar con el traje tradicional del pueblo de mi madre, pero nunca lo he conseguido. Quién sabe, quizás ese sueño nunca se cumpla…
Entre los trajes que más me gustan están los de los pueblos limítrofes con Cagliari, Sassari, Oristano y Ollolai. Me encanta la abundancia de filigrana y de joyas vistosas. Amo la delicadeza y la preciosidad de los encajes de los velos y la clase, feminidad y «divinidad» de las mujeres que lo llevan… Una fuerte sensación de unión entre lo exótico y lo conocido que vincula muchos de los lugares que han forjado mi existencia y en la cual estoy feliz de reencontrarme.
Donde dormir: Amariglio Bed&Breakfast Sassari
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